Dark Ranger

Korkh

<Red Rose>

(EU) Los Errantes

Tauren Beast Mastery Hunter

Dark Ranger

No recuerdo cual fue mi primera presa.

Probablemente un zancudo de la llanura o un gato montés allá en Mesa de la nube roja. Pero ahora, mirando el cadáver del último mamut que he cazado me hace reflexionar cuanto he crecido desde entonces. Mi maestro estaría orgulloso.

Soy Korkh Negrocuerno, el cazador y vine a este desgarrado mundo en el Poblado Narache en Mesa de la nube roja, en el seno de una humilde familia pero de reconocido nombre.

Mi padre, Urhmal Negrocuerno era un poderoso guerrero que contó sus batallas por victorias contra los viles centauros Kolkar y Galak. Mi madre, Cinkia Plumaplata maestra de maestras chamanes. También tenía un hermano, Khurm Negrocuerno, guerrero como nuestro padre y que lucho junto a él pero murió en una emboscada de los malditos Kolkar. Nunca pudimos recuperar su cadáver, desapareció misteriosamente. Solo la Diosa Naturaleza sabe que fue de él. Yo me temo lo peor y sospecho que el Rey Exánime tiene algo que ver en ello.

Torito loco me llamaba cariñosamente Moodan Granosol, el panadero de Poblado Narache, cada vez que iba a pedirle un pan de maíz húmedo o un pan con especias de Mulgore, antes de lanzarme a mis travesuras por la pradera sin preocuparme si me topaba con un gato montés o con un jabaguerrero. Fue Marjak Buenfilo, el armero, quien me regaló mi primera arma, una Dirk. Una sencilla pero elegante daga que me sacó de algún que otro apuro.

La senda de mi vida se truncó una fría noche de invierno. Yo estaba intentando dormir pero no podía ya que mi padre me iba a llevar a visitar por primera vez el Barranco de Cortazarza. ¡Iba a dejarme acompañarle a una incursión en las tierras de los Erizapúas!. Mi primera batalla y apenas levantaba 4 pies del suelo.

Mi madre me había regalado una fantástica armadura de cuero de kodo (sé que se la vendió a buen precio la cascarrabias Varia Pieldura) y Marjak Buenfilo me regaló una reluciente espada corta para acompañar a mi Dirk y un precioso arco que era casi tan alto como yo y un carcaj de flechas hecho de la piel de una bestia que para mí era una leyenda de las que cuentan los ancianos: el trillador.

Fue una aciaga noche.

Poblado Narache fue atacado, pero resistió y expulsó a los atacantes. Unos seres horripilantes, mitad hombres mitad lobos… el Jefe Vientaguilar y Harutt Tronacuerno, el instructor de guerreros, los llamó ferocanis. Era la primera vez que oía hablar de ellos. Pero no sería la última.

A los ferocanis les acompañaba algo desconocido incluso para los ancianos, era un oso, de hecho parecía el cadáver de un oso con vida. Era gigantesco, horripilante. Mis padres fueron los primeros en caer bajo sus garras ya que estaban en el camino de su objetivo: yo.

Cuando estuvo frente a mí, inmenso, mirándome con ojos sangrientos, con sus heridas, nuevas y viejas, supurando sangre y pus, levante mi espada y adopte la postura de combate que tanto le había costado enseñarme a Harutt Tronacuerno.

Esa terrible bestia cambió súbitamente su expresión al verme enfrentarme a él orgulloso y cargado de odio y temor y me habló: “Huye infeliz, no es tiempo de que luchemos a pesar de que esa es la orden que me obliga la magia oscura que me domina. Un día crecerás y me encontrarás y vengarás la muerte de los tuyos pero quiero que sepas que el verdadero responsable vive lejos de aquí… al este, en otro continente. Búscalo y véngame a mí también.”

Tras lo cual desapareció en la oscuridad. Poblado Narache se recuperó del ataque. Lanka Tirolejano me acogió y me enseño el arte de la caza. Mi primera gran presa fue el jefe de los Erizapúas, el infame Cornapunta Mantoespina. A partir de entonces estuve preparado para salir a las extensas llanuras de Mulgore y de allí a la búsqueda de mi destino: la venganza.

Años llevo preparándome, creciendo, aprendiendo… haciéndome más poderoso. He conocido grandes guerreros como mi padre, chamanes como mi madre e incluso los extraños Caballeros de la Muerte… alguno de estos me ha hablado de un Tauren muy parecido a mi… mis inquietudes sobre el paradero de mi hermano Khurm empiezan a tomar forma.

Todos estos años y he acabado caminando por los caminos de Colinas Pardas, en la lejana y fría Rasganorte. Bello lugar, aunque echo de menos las inacabables praderas de Mulgore…

Giro un recodo y… ¿Qué es eso?... una cochambrosa choza, pero no está abandonada… veo a un brujo con su abisario y un tauren… hay alguien más… me acercaré… quizás puedan ayudarme. Siempre, a lo largo de mi vida he conocido gente que ha podido ayudarme… y gente que ha muerto al intentar engañarme. Por su bien espero que estos sean de los primeros.

Avanzo lentamente, miro a Kan y lo tranquilizo… que me vean, y que sepan que no soy una amenaza… por ahora.

Korkh Negrocuerno.